Del ‘Made in China’ al ‘Created in China’
La importancia de la economía china en la actualidad es incuestionable, pues en treinta años logró posicionarse como caso paradigmático de expansión y crecimiento como la segunda economía mundial. No obstante China es todavía una economía emergente o en vías de desarrollo, lo cual se pone de manifiesto en los desequilibrios sociales. A todo ello se debe añadir su propia particularidad política, social y cultural.
La llamada economía de mercado socialista, semejante al régimen de un capitalismo de Estado, pero con las especificidades del gigante asiático (denominado “socialismo con características chinas”) lo hacen un modelo único e irrepetible, que conserva los rasgos de una planificación económica altamente centralizada. Así lo constatan las reformas que comenzaron en 1979, lideradas por Deng Xiaoping, mediante las cuales se inició este acelerado crecimiento.
Podríamos decir que desde la era de Deng Xiaoping, hasta incluso la era de Hu Jintao, el camino de la política macroeconómica ha estado basado en: desarrollar de forma sectorial y planificada la reforma económica en diferentes niveles para consolidar el crecimiento económico y con esto el poderío nacional integral, bajo la tutoría y el constante control del Estado, manteniendo un solo patrón de crecimiento.
Pero este crecimiento excesivamente dependiente del sector-capital intensivo y del motor exportador, el tradicional modelo económico chino, ha generado profundos desequilibrios en la economía que amenazan la sostenibilidad del crecimiento, tales como la desigualdad de renta, la atonía del consumo y la insuficiente creación de empleo para hacer frente a las necesidades laborales de una población de más de 1.330 millones de habitantes, el envejecimiento de la población o el acuciante problema medioambiental.
La magnitud de los desequilibrios demanda la búsqueda de un nuevo modelo económico que se amolde mejor a las circunstancias de la China moderna, y que permita hacer frente a los actuales retos, que define como máxima prioridad de política económica la adopción de un modelo de desarrollo en el que la inversión, el consumo y las exportaciones contribuyan al crecimiento de manera más equilibrada. Desde la perspectiva de los sectores productivos, la “tercerización” de la economía es uno de los objetivos, desplazando a un plano secundario el hasta ahora tradicional motor de crecimiento, el sector industrial. Esta transformación es vital. Por una parte, el carácter trabajo-intensivo del sector servicios, frente a la naturaleza capital-intensiva del industrial, creará millones de empleos en el medio y largo plazo. Por otra, el impacto medioambiental de la producción de servicios es muy inferior al de la actividad industrial, favoreciendo los esfuerzos del gobierno para combatir el cambio climático.
El crecimiento económico de China se ha basado en la atracción de inversión extranjera directa, convirtiéndola en la gran fábrica del mundo. Ello ha provocado un gran incremento en las exportaciones, con las cuales se logra la acumulación de divisas necesarias para invertir en el exterior y así conseguir los recursos necesarios para mantener el crecimiento.
Actualmente, el consumo está superando a las exportaciones como factor fundamental. Este modelo siempre se entendió como una fase inicial para atraer divisas y para hacer transferencia de tecnología y del know how necesario para un desarrollo acelerado. De este modo, se haría la transición desde una producción intensiva en manufacturas, o el conocido “Made in China”, hacia una economía fuerte en innovación, traducido al “Created in China”.
Por ello el anuncio de que el gobierno de Xi Jinping y Li Keqiang implementaría reformas tan importantes como las de 1979, con el fin de mantener un crecimiento sostenido no ha sido ninguna sorpresa abandonando la línea del continuismo económico. La determinación de llevarlas a cabo deja entrever que su aparato económico tiene la firmeza necesaria para evolucionar, a la vez que su puesta en marcha es un ejemplo de resiliencia y adaptabilidad, con el propósito de mantener a su país en la senda de un desarrollo sostenido.
Cabría subrayar que el ajuste de mayor impacto, y que genera incertidumbre con efectos colaterales, es el paso gradual de un modelo económico totalmente guiado por el Estado, a un modelo mixto en el que el mercado haga la determinación de precios en espacios más amplios y fundamentales. En esta línea de reformas se incardina la nueva edición del Catálogo de Inversiones 2015, la creación de tres nuevas “Free Trade Zone” o el borrador de la normativa que regulará toda la inversión extranjera en China en los próximos años.
Con el fin de analizar las novedades e implicaciones del nuevo marco legal anunciado por China para la inversión extranjera, y concretamente la repercusión en el caso de la inversión española, hemos organizado una jornada que tendrá lugar en Madrid el 24 de junio.
Departamento de Mercantil de Garrigues